Según Quintanilla (2005), las grandes orientaciones o enfoques en las teorías de la técnica y la tecnología, pueden ser agrupadas en tres apartados: la orientación instrumental, la cognitiva, y la sistémica.
Mientras que para Mitcham (1994), las diferentes formas de manifestación de la tecnología pueden concebirse como: conocimiento, actividad (producción, uso), objetos (artefactos).
Por fines prácticos se toma como referente principal la propuesta de Quintanilla (2005). A continuación, se describe cada uno de los enfoques.
A. Enfoque instrumental o artefactual
La concepción artefactual o instrumentista de la tecnología es la visión más arraigada en la vida ordinaria, pues se considera que las tecnologías son simples herramientas o artefactos construidos para una diversidad de tareas. (González, López & Luján, 1996).
Este enfoque es el resultado del conocimiento técnico, bien sea que se trate de técnicas empíricas (en el caso de los artefactos artesanales) como de tecnologías que usan la ciencia (en el caso de los artefactos industriales) (Quintanilla, 2001).
El desarrollo tecnológico sería lo relativo a la moderna producción y difusión de innovaciones, representado en bienes materiales.
Ellul (1960), explica este enfoque instrumental desde la manera de ver al hombre y la máquina, en donde el primero es influido por ella en su vida profesional, en su vida privada, en su psiquismo. Pero se trata de una manera de ver que no permite darnos cuenta que la técnica es la que engloba a los dos y que la máquina no es más que una expresión de aquella.
Desde este enfoque el desarrollo tecnológico sería la difusión de innovación, la fuerza del cambio y las máquinas serían las que deciden sobre la organización social haciendo referencia al determinismo tecnológico (Roe, Smith & Marx, 1996).
Las máquinas serían un mecanismo mediador por el que la actividad económica y la adquisición de fortuna harían posible la sociedad capitalista; los cambios del trasfondo tecnológico se traducen en cambios del sistema de precios, elementos volitivos, actitudes sociales, novedades y modas culturales, la aversión al riesgo, entre otros posibles; por lo cual habría que darle cabida a un cierto grado de incertidumbre y conservar el determinismo desde una cierta heurística, como recurso más amplio de explicación.
Esta imagen artefactual tiene otras connotaciones de grandes alcances. Al considerar únicamente la fase artefactual de la tecnología y asumir su carácter neutral, se corre el peligro de convertir a los expertos, científicos e ingenieros, en aquellos que detentan el derecho a decidir lo que es tecnológicamente "correcto y objetivo", dejando por fuera la participación de la comunidad en toda decisión tecnológica. (González, López & Luján, 1996).
B. Enfoque Cognitivo
Diversos autores han señalado que la ciencia es el criterio que diferencia a la técnica de la tecnología. Desde esta perspectiva, no se excluye que se pueda aún continuar hablando de técnicas en las sociedades industriales, en este caso de técnicas de base científica La distinción entre técnica y tecnología tendría entonces una base histórica, ya que la aparición de la tecnología se relaciona con las revoluciones científica e industrial, entre los siglos XVI y XVIII. (Quintanilla, 2001).
Esta relación con la ciencia ha contribuido a fomentar una distinción radical entre técnica y tecnología: al ser la tecnología producto de la aplicación de la ciencia, la técnica solo comprendería experticias que se logran por la actividad empírica, sin ayuda del conocimiento científico.
El factor fundamental del desarrollo tecnológico sería la invención, la investigación y el desarrollo (Quintanilla, 2001). Es más, la técnica conduce a un encuentro con la ciencia, antes o después, pero su encuentro es inevitable: "...la técnica es un traslado a formas prácticas, apropiadas de verdades teóricas, implícitas o formuladas, anticipadas o descubiertas, de la ciencia" (Mumford, 1992 p. 66).
Esta relación explícita con la ciencia, nos dice Ellul (1960), es histórica y la técnica solo se puede considerar como aplicación de la ciencia, durante el siglo XIX y para las ciencias físicas. En la época actual, la actividad científica ha sido rebasada por la técnica, o bien, ya no se concibe la ciencia sin efecto técnico.
Considerar a la tecnología como ciencia aplicada ha influido también en presupuestos filosóficos que reducen la tecnología a: un conjunto de reglas tecnológicas; las reglas tecnológicas serían consecuencias deducibles de las leyes científicas; el desarrollo tecnológico dependería de la investigación científica (García, E., González, J., López J., Luján, J., Gordillo, M., Osorio, C & Valdés, C., 2001).
Para Bunge (1972), la tecnología encuentra su fundamento científico, principalmente por dos operaciones en su tipo de conocimiento: por la formulación tanto de reglas tecnológicas, como de teorías tecnológicas. Una regla tecnológica es una instrucción para realizar un número finito de actos en un orden dado y con un objetivo también dado.
Según Bunge (1972), a diferencia de las reglas de conducta que prescriben el comportamiento moral, de las reglas de la actividad práctica que no están sometidas al control tecnológico, y de las reglas.
C. Enfoque Sistémico
La noción de sistema técnico se ha vuelto un lugar de referencia para definir a la tecnología, incluso para aquellos que prefieren hablar de técnicas antes que de tecnología. Algunas referencias a la tecnología como sistema han sido acuñadas por Quintanilla (2001), la noción de sistema ha servido para definir a la tecnología, como conjunto de acciones intencionalmente orientados a la transformación de objetos concretos, para conseguir de forma eficiente un resultado.
Pacey (1999), propone comprender la tecnología sobre la base de una práctica social, con una serie de componentes interrelacionados; y Osorio (2003), propone una noción de sistema técnico en donde hay que tener en cuenta a los componentes (físicos, de conocimientos, organizacionales), a los actores, y en particular a la dinámica del propio sistema.
Una propuesta aún más específica sobre el sistema y la relación con las personas es la de sistema socio-tecnológico (Wynne, 1983). Y una extensión de esta última, es la de socioecosistema tecnológico, que permite proporcionar un tratamiento unificado a los problemas de gestión de la innovación tecnológica y la intervención ambiental. (González, López & Luján, 1996).
En el enfoque sistémico se entiende a la tecnología, no dependiente de la ciencia o representada por el conjunto de artefactos, sino como producto de una unidad compleja, en donde forman parte: los materiales, los artefactos y la energía, así como los agentes que la transforman (Quintanilla, 2001). Desde esta perspectiva, el factor fundamental del desarrollo tecnológico sería la innovación social y cultural, la cual involucra no solamente a las tradicionales referencias al mercado, también a los aspectos organizativos, y al ámbito de los valores y de la cultura.
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